Si visitas Londres y sigues este blog, tienes una visita obligada: el HMS Belfast. Anclado en el Támesis junto al Tower Bridge, este veterano de la Segunda Guerra Mundial nos abre sus puertas para descubrir cómo era uno de los cruceros de la Royal Navy.
El Belfast es un crucero ligero clase Town. Su construcción comenzó el 10 de diciembre de 1936, fue botado el 17 de marzo de 1938 y comisionado el 5 de agosto de 1939.
Su participación en la guerra empezó de forma abrupta, chocando con una mina magnética el 21 de noviembre de 1939 que le causo grabes averías. Las reparaciones duraron hasta noviembre de 1942. Durante su estancia en el astillero se reforzó el armamento antiaéreo y se le instalo diversos radares.
Tras su vuelta al servicio activo, fue destinado a proteger los convoyes árticos a Rusia hasta finales de 1943. Estas operaciones eran extremadamente duras por el adverso clima reinante en esas latitudes y la constante amenaza de aviones, submarinos y las unidades pesadas de la Kriegsmarine destinadas en ese frente.
En el año 1944 escolto a portaaviones en uno de los ataques contra el Tirpitz, para posteriormente participar en el desembarco de Normandía. Al terminar la guerra en Europa, fue destinado a la escuadra que combatía en aguas japonesas, pero las hostilidades cesaron al poco tiempo de llegar a Australia.
En la posguerra participo en la Guerra de Corea. En 1963 el crucero pasó a la reserva. Finalmente, en 1971 fue remolcado a su actual fondeadero y abrió sus puertas como museo.
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El Belfast es parte del Imperial War Museum. Para más información de horarios, precios y actividades puedes visitar su página web.
Welcome to HMS Belfast
La visita no es precisamente barata, un pasa familiar para dos adultos y dos niños cuesta 40 libras. Pero si te gustan los barcos, es un dinero bien pagado.
Accedes desde la proa, con unas magníficas vistas del Tower Bridge.
Yo hice la visita un poco a mi aire (era la segunda vez que lo visitaba) y empecé por la torre triple elevada popel (torre X en la terminología de la Royal Navy). Puedes acceder dentro de la torre y de forma periódica hay una pequeña recreación del disparo de uno de los cañones de 152mm, con humo incluido.
Seguimos nuestro recorrido hacia la proa, visitando los pañoles de munición y la torre proel. La vista del Támesis desde proa es estupenda.
La siguiente parada fue el puente de mando, aunque no pudimos acceder al nivel superior por estar cerrado por obras.
Las cabinas de mar del capitán y el almirante están donde tienen que estar, al lado del puente de mando.
Luego pasamos por la cubierta donde originalmente estaba la catapulta y los hidroaviones de exploración volviendo a la cubierta principal. Los cañones de 40mm y las direcciones de tiro son las instaladas en la última modernización que se efectuó al barco.
Dentro del Belfast
En la cubierta principal tienes varias salas dedicadas a pequeñas exposiciones sobre la historia de los cruceros ligeros ingleses durante la Segunda Guerra Mundial, la vida a bordo de los barcos de la Royal Navy y una especialmente dedicada al enfrentamiento con el crucero de batalla alemán Scharnhorst, hundido por el acorazado Duke of York ayudado por el Belfast y otros buques.
También puedes visitar camarotes de los oficiales y los diferentes servicios del barco, como lavandería, panadería y otros muchos.
La última parte del recorrido fue por una de las salas de calderas y a continuación una de las salas de máquinas.
Si padeces claustrofobia, es posible que no lo pases muy bien.
Por último, vuelta a la Popa y nos despedimos de este hermoso buque.
Si vas a Londres: ¡No te lo pierdas!
Si algo envidio de los ingleses es la forma que tienen de tratar y recordar su historia (con las exageraciones y tergiversaciones que conocemos). El barco insignia de Nelson, el Victory, sigue estando inscrito en la lista de buques de la Armada Real y lo tienen mantenido como si no hubiera pasado un día desde su participación en esta trascendente batalla.
El Belfast es otro ejemplo de este amor por la su historia que tienen en Inglaterra. El barco, tanto por dentro como por fuera está muy cuidado y se nota el respeto que se le tiene en el país a la Royal Navy. Aunque no conserva la configuración original de su entrada en servicio, y es evidente la evolución de la tecnología durante el conflicto y en la década de los 50, si puedes hacer un viaje en el tiempo y hacerte una idea de lo que era un buque de guerra de aquella época.
Una lástima que en España no podamos visitar barcos como la Numancia o el Canarias. A pesar de tener una historia, como mínimo, igual de interesante y gloriosa que países como Francia o Inglaterra, que poco la cuidamos, cuando no la destruimos.